martes, 10 de mayo de 2011

Pesadillas.. Otra vez.

Estaba en el colegio con la Consuelo, hablando ¿de matemática? con el profe que se parece a Buzz Lightyear, hasta que me aburrí de esperar no sé qué y me fui sola, aunque de la nada apareció mi mamá, en el auto. Debíamos ir al supermercado a comprar confort. Cuando llegamos.. No, no llegamos, estabámos ahí. Cuando estábamos ahí mi mamá me explicaba por qué una marca era más barata que la otra (sacaba el precio por metro de papel, y luego por trocito) mientras manoseaba el rollo que tenía en la mano. Después nos volvimos a subir al auto. Ella manejaba y nos acercábamos cada vez más a mi casa, pero se suponía que estábamos en Santiago. La verdad es que la única diferencia entre Santiago y Concepción en mi sueño era que Santiago era más modernidad y unas montañas hacia donde está el mar. Llegamos a la casa y por algún motivo ya era de noche. Estaba en mi cama y sentí unos ruidos extraños en el techo. Creí que era mi mamá, pero apareció en la puerta de mi pieza, explicándome que era algún ladrón y que me quedara tranquila y callada, sin hacer ni un sólo ruido y que me durmiera.
***
De un momento a otro, aparecí con mi gata en brazos, en la cocina de la casa de mi abuelo. Aún era de noche. Estaban mis tíos Aurora, Ricardo, mi papá y mi hermano. Mi mamá no estaba. Ricardo pelaba a mi prima diciendo que estaba muy gorda y que había comido muchos panes. Pensé: y con qué cara hablai tu poh? pero ni yo me escuché. De pronto, un ruido horrible me molestaba, era como una abeja gigante en mis tímpanos, y mi gata salió corriendo hacia el living. Maullaba casi gritando. No me dejaba de molestar el ruido. Abrí la puerta que daba hacia la calle y salí. Mi gata huyó. Gente corriendo con frazadas y colchones, con niños apenas corriendo detrás de ellos y millones de rayas que se movían en el cielo, como esos aviones a chorro, hacían que todo se viera terriblemente apocalíptico. El ruido era aún más insoportable, como de un avión cayendo.. Miré hacia el techo de la casa. Vi una luz amarilla, como una bola de fuego gigante que caía sobre nosotros. Pensé en entrar a avisar que arrancaran, pero me acordé de mi mamá que estaba lejos.. No, esta vez no la perdería. Intenté correr lo más rápido que pude. Lo intenté. Pasaron tantas cosas por mi cabeza inconsciente.. Era el fin.
 ***
Eran las cinco de la mañana. Había tenido otra pesadilla, y en menos de una semana. No pude dormir más. Me asustaba de todo lo que sonaba o se movía. No dejé de pensar. Estaba tiritando.
Días después.. No puedo dejar de pensar.. Los ruidos de aviones me asustan. La actitud de mi gata también. No he vuelto a ir a la casa de mi abuelo desde ese día. Mierda.

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